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Writer's pictureMagazine

Paseo de la Reforma de Elena Poniatowska

Paseo de la Reforma

Elena Poniatowska


“No nos une el amor sino el miedo”



Elena Poniatowska/ Image Public Domain

El trabajo de analizar la novela de Paseo de la Reforma de Elena Poniatowska, publicada en 1996, parece ser que fue escrita ayer, y no sus ya casi 25 años.


Focalizo mi análisis atendiendo, por una parte, a la construcción de los personajes, en tanto sujetos afectivos y, por otra, a las estrategias de enunciación en la moralización de los personajes.


  1. Los personajes afectivos: Amaya y Ashbly.


Para dar cuenta de la construcción de los personajes de Amaya y Ashbly, como sujetos afectivos desde el punto de vista spinoziano llamado por el conatus, se puede ser afectado de manera afirmativa como opresiva por las circunstancias en que el individuo se encuentra con otros cuerpos, en medio del mundo. Considero que ésta proporciona un enfoque adecuado para la descripción de los mismos.


Los sentimientos de Amaya y Ashbly son los que ocasionan el recorrido de esta novela.


El título del libro presenta un paseo o un pasaje, para ambos personajes en una avenida, que puede ir de subida o de bajada según narra el personaje, en donde la comunicación del pasaje entre el mundo de los ricos y los desposeídos, resulta irónico ya que los héroes representados en este lugar son justamente aquellos que lucharon por los derechos de estos últimos. Más el paseo será la reforma como se llama la avenida, pero en este caso será la reforma de los héroes, logrando una metamorfosis real. El nombre en sí mismo, nos lo induce y determina. Los nombres de los protagonistas también tiene una gran connotación significativa: Ashby: En Cenizas. Amaya: Principio del fin.


  1. Metamorfosis


La novela comienza con el dolor corporal de Ashby en un Hospita Público, primeramente no entiende la razón de estar ahí. Entra a un mundo desconocido para él, el mundo de los desamparados, de los indigentes, de los necesitados. Observa con ojos incrédulos algo nunca antes imaginado que existiera. Sintió vergüenza por ello, eso sorprende al lector, ya que el narra a éstos una historia contraria a su realidad. Aparenta ser uno más, se integra en ese mundo que no es el propio, esto es una paradoja, del estilo en la autora.


“Paulatinamente comenzó a sentir a sus compañeros de dormitorio como familiares. Comían los mismo, los curaban igual, reían al unísono. En la noche, su respiración se confundía, también sus ronquidos y de repente hasta sus sueños se cruzaban en medio de aquel murmullo inarticulado. Ashby, desde niño, acostumbrado a tocar a las puertas de sus padres, que afirmaban que la familiaridad es de mal gusto, no salía de su asombro ante el amor de estas familias, su calor de cachorros que se husmean y lamen mutuamente sus heridas, recargados unos contra los otros, buscándose” (Poniatowska 1)

Amaya está cubierta con una máscara, se presenta, movida por la injusticia social, la pone en acción para la lucha. Amaya parece una mujer combativa, independiente, superior, dominante, dispuesta a dejar todo por aquellos por los que lucha, los desprotegidos, los indigentes. Pero a medida que la autora nos da esos paseos por el paseo, la figura de Amaya va produciendo una metamorfosis inconclusa e ilógica para todos. Su dolor parece ser el dolor de los otros y el de Ashby el propio.

Pero al encontrarse en el pasaje ambos héroes se entrecruzan los dolores del alma y corporales.

Amaya sabía envolver el misterio y eso fascinaba a los hombres, fascinó a Ashby y lo envolvió en su dolor.


El rumbo del paseo cambió de pronto cuando la supuesta muerte de Ashby, hecho que no sucede en un accidente aéreo, introduce a Amaya a un mundo de soledad, Amaya ya no es más esa Amaya libre y valentonada, sino es convertida en un maniquí. La autora cambia el perfil de la heroína y eso entorpece la reseña de la emancipación de la figura femenina.


El cambio de personalidades de ambos es inverso en otro sentido; el de Ashby va de lo íntimo a lo social y el de Amaya se da de lo público a lo privado.


  1. Libertad

Al inicio del paseo damos por sentado que Amaya será siempre la dominante en este doble-juego, ella lo posee todo, a todos. Ashby será el objeto de deseo. Citando a Spinoza nos define como efecto a una situación activa en la medida en que es producto del esfuerzo propio, o es una expresión de la propia esencia, donde el individuo lo determina desde su interior. A esto también Spinoza lo llama libertad, y por lo general, está acompañado de un sentimiento de alegría.

Tal libertad es en el hombre una propiedad relativa o limitada, puesto que nadie puede en sentido absoluto ser causa de todos sus afectos. El individuo humano es finito y está determinado de múltiples maneras por otros seres del mundo social, Esto lo convierte en un ser pasional, ya que Spinoza llama pasión a los efectos pasivos u opresivos. Este mismo principio, lo transportaremos al binomio Amaya vs. Ashby, la libertad de ambos en un inicio del pasaje es individual, cuando llegan ambos al cruce de uno de los muchos recorridos esa libertad se transforma en obsesión opresiva.


No obstante este carácter limitado de la libertad humana, su desarrollo completo constituye un problema ético fundamental. La virtud y la potencia psicofísica, igual del alma que del cuerpo son la misma cosa, igual que en el caso particular de Ashby y Amaya. Ambos los une la posesión no el amor, es una lucha de poderes.


Para resolver este punto de libertad, podemos decir que Ashby muere tres veces, la narración misma comienza en el Hospital, sale de éste e incurre introduciendo su cuerpo y alma en otra muerte hacia la calle, y la última es con Nora que sirve de puente para seguir flotando en su mundo, ella es la única figura autentica que lo mantiene en la realidad del ahora. En ese mundo de apariencias y clases en las que ha vivido siempre.

Amaya, es una farsa, desde un inicio, percibida por Nora, pero no por el resto. Amaya también vive sus propias muertes, pero ella muere realmente, en combate por una causa que ella misma crea. Depende de esas apariencias.


  1. Afección

En el cuerpo de Ashby ocurren afecciones del cuerpo formando paralelamente en el alma una imagen, esta afección reprodujo daños internos y externos, es decir, el mismo choque de las partes fluidas sobre las partes blandas, reproduciendo una imagen correspondiente en su mente humana. Para Spinoza hay un paralelismo psicofísico entre eventos mentales y corporales.

Amaya y Ashby según tomemos el análisis de Spinoza todos los vestigios que ellos acumularon en sus cuerpos por todas sus experiencias con el mundo social sólo algunos se mostraron en la superficie de su conducta o en su conciencia. Por ello, ninguno de los dos se conocía abierta y libremente; el cuerpo humano es incapaz de expresar todos las experiencias a la vez, por lo que la mayoría permanecen ocultos, pero latentes. A Ashby la afección de la muerte de Amaya lo lleva al pasaje oculto y Amaya regresa a su recorrido con la muerte.


II. Manipulación de los personajes


Nos centramos en los personajes de Amaya y Ashby, con la modalidad de manipular los personajes.


Observando dos estrategias significativas: la ironía y la posesión del saber. Estas dos estrategias se entrecruzan, de manera que el juego entre ellas se establece a través de la manipulación. Esto se anuncia en toda la narración. En cuanto a la enunciadora, ésta posee un saber del cual no hace ostentación; saber que tampoco comparte explícitamente con el lector.


Hay un simulacro dentro del molde de los personajes. La narradora nos muestra una lectura fácil e ingenua en la cual moldea a una Amaya con el saber y el control, parece ser que controla a Ashby, pero lo paradójico es que el poder reside finalmente en Ashby, depende él.

Cuando se aborda el tema compromiso, Ashby, parece solo vivir en compromiso de ficción, huye siempre de toda realidad, su elección siempre será la ficción, aterrado por su situación económica y su soledad,


El protagonista camina todos los días por el Paseo de la Reforma, dirigiendo siempre su recorrido hacia los desamparados, guiado por Amaya y sin ella. Los barrios pobres serán irónicamente su final. El Ashby aristócrata, miembro de la clase de los Trescientos notables, de México, muere en la multitud, se disuelve en el anonimato, mintiendo y mintiendose siempre desde un inicio.


“Ashby tardaría mucho tiempo en descubrir que su salvación tampoco estaba en la colonia Guerrero, ni en la sonrisa desdentada de la Carimonstrua, ni en la comida de Don Lolo bajo su letrero: “Hoy no fío, mañana sí”. Parece estar ot¡yendo a Amaya reconvenirlo: “No seas maniqueo, Ashbito” (p.171)


Por último, debo mencionar, algo verdaderamente significativo en la novela. Es la valoración de los personajes en tanto masculino y femenino. La narradora hace una evaluación de las figuras de estos dos personajes, con una serie de estrategias que construye una situación irónica en ambos. En Amaya al presentar su postura revolucionaria, donde la posición de la mujer liberada, cuyo paradigma se ancla en la revolución femenina de los años ´60s. Y en esto se puede entrever una crítica a las luchas feministas, de los años ´90s.

A continuación observamos que la balanza no se inclina por ninguno de los dos personajes como protagonistas. Poniatowska parece ignorar la lucha de los sexos por el poder. Retoma algo sutil ambos son impotentes frente a la vida, tal como cualquier hombre y mujer.


Elena Poniatowska presenta una pasaje de ida pero no de vuelta, en donde, el recorrido del lector por el paseo, podrá seguir un curso implacable en cuanto éste decida dar un paso al frente de su morada.


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Nely L. Friedrich

5 mayo 2021
















Bibliography

Poniatowska, Elena. Paseo de la Reforma. 2021 ed., México, Plana y Janés, 1996).

Las citas pertenecen a PONIATOWSKA, Elena Paseo de la Reforma, En adelante indicaremos a continuación de la cita, el número de página



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